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Nunca es lo mismo definir sólo el ¿Qué?, sino no se define un ¿Cuándo?
Si de una reunión salimos con varios qués claros, pero sin ningún cuándo llevarlos a cabo, habrá problemas en los resultados. Solemos olvidar rápidamente lo que acordamos, a menos que rápidamente definamos un cuándo. Siempre digo: Si sólo se discute el ¿Qué?, pero nunca el ¿Cuándo?, jamás habrán resultados.
Decimos: “Nos tenemos que juntar”, pero si nunca definimos cuándo y cómo, jamás nos juntaremos. Decimos: “Tengo que ser más disciplinado”, pero si nunca definimos que será a partir de hoy y cómo lo vamos a hacer, jamás seremos disciplinados.
Esto se aplica también a nuestra vida espiritual. Decimos: “Tengo que vencer este pecado”, pero si nunca nos sentamos a analizar nuestra vida sobre el pecado que practicamos, definimos el cuándo al decir hasta aquí y el cómo levantaremos muros de protección, pasarán los años y seguiremos igual.
Como creyentes, podemos engañarnos. No somos salvos por las obras, sino por la fe al creer en el poder del evangelio. Esa noticia que nos dice que la muerte de Jesús el justo, nos libra de la ira santa de Dios y nos empodera por medio del Espíritu Santo para cada día ser santificados.
Aunque no somos salvos por las obras, las obras demuestran que hemos sido salvos. Jesús no es un accesorio de domingo, es la razón de nuestra salvación, y, la razón de nuestro perdón cada vez que pecamos. El es nuestro abogado ante el Padre Dios. Y, quien nos llama cada día a negarnos a nosotros mismos, a tomar nuestra cruz y a seguirle.
Los resultados no dependen de las intenciones, sino de las acciones. Las intenciones son importantes porque muestran un norte, pero las acciones, inician y concluyen la caminata cuando llegamos a nuestro objetivo. Decir: “yo tengo que…”, define un norte. Decir: “yo decido hacer…”, una acción de cambio.
¿Cuáles son 3 qués que usted ha estado postergando?
¿Cuáles son los cómos para cada uno de sus qués?
¿Cuándo es el momento de decir hasta aquí y comenzar a trabajar por sus qués?
“»Por lo tanto, ahora ustedes entréguense al Señor y sírvanle fielmente. Desháganse de los dioses que sus antepasados adoraron al otro lado del río Éufrates y en Egipto, y sirvan solo al Señor. 15 Pero, si a ustedes les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor».” Josué 24:14 y 15
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