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Las fotografías oficiales de la Casa Blanca del Presidente Trump y del Vice Presidente Mike Pence, producidas por el U.S. Government Publishing Office (GPO) y que fueron distribuidas a todas las instalaciones federales el 31 de octubre 2017.

Le escribí al Pastor Joselo Mercado, pastor principal de la Iglesia Gracia Soberana en Gaithersburg, Maryland Estados Unidos. Y quien posee una Maestría en Artes en estudios teológicos, para solicitarle el permiso de compartir con cada uno de los 158,000 suscriptores a mi blog, un artículo que publicó sobre un tema que muy pocos pastores han tocado y es el tema del Presidente Trump y por qué tantos cristianos lo apoyan. Un escrito que sale de un corazón lleno de sabiduría. Lea completa la publicación antes de juzgar sólo por el título.

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¿Por qué tantos cristianos apoyan a Trump? Una mirada al auge del presidente actual

Hace casi cuatro años, escribí un artículo cuando Donald Trump resultó electo como el presidente número 45 de los Estados Unidos. Allí expresé mis sentimientos encontrados con esta decisión. No soy fanático del presidente Trump. Desde mi perspectiva, su estilo agresivo de retórica, entre otros aspectos de su personalidad, no modela virtudes que las Escrituras aprueban. A su vez, apoyo muchas de sus políticas, en especial las que están relacionadas con la santidad y dignidad del ser humano, las que preservan la institución del matrimonio, y las que protegen la libertad de religión.

Nadie puede negar que Trump es una figura polarizante que levanta pasiones en ambos lados del espectro político. Entonces, ¿cómo la nación norteamericana llegó a este panorama político? ¿Cómo surgió un presidente como Donald Trump, uno que no actúa de forma convencional, que no representa el modelo de retórica de un político norteamericano?

Voy a tratar de explicar en pocas líneas mi entendimiento de cómo llegamos aquí. Sé que pasaré por alto algunos aspectos importantes de la historia, pero trataré de hacer mi mayor esfuerzo por incluir los aspectos de mayor relevancia, con tal de servir al pueblo cristiano para entender un poco mejor nuestros tiempos extraños.

Desde la década de los 60

Los años sesenta fueron tiempos de cambios culturales y políticos. El movimiento de la revolución sexual, el impacto de los Beatles, y eventos como Woodstock marcaron a una generación que fue altamente impactada por el conflicto en Vietnam.

Los eventos del momento llevaron a una cultura de rebelión contra la autoridad y una baja visión del nacionalismo americano. Más adelante, la renuncia de Richard Nixon trajo un nivel de vergüenza nacional y una profunda desconfianza en las instituciones. Pero el desorden moral impulsó un tipo de avivamiento evangélico y la formación de la Mayoría Moral por Jerry Falwell, una organización política que impulsó a Ronald Reagan a la Casa Blanca.

Con el enemigo común del socialismo, la prosperidad que experimentó el país, y una iglesia evangélica creciente, los ochenta fueron años de estabilidad moral y social. En el aspecto político, ambos partidos (republicanos y demócratas) eran relativamente conservadores en sus posiciones morales. Uno de los errores que cometió la iglesia en ese tiempo fue apoyar ciegamente la rama conservadora política. La iglesia, en cierto punto, puso su identidad en ser parte del partido republicano: eso llevó a que la iglesia perdiera credibilidad en el tema político.

La llegada de Obama

La elección de Barack Obama trajo un gran cambio moral a la nación americana y, sorpresivamente, aumentó las tensiones raciales en la nación. Con la elección del presidente Obama, muchos en los Estados Unidos pensaron que el tema racial pasaría a un segundo plano y que el experimento de libertad que prometía la constitución había sido reflejado en la libre elección de un hombre de raza negra.

Sin embargo, el incidente de 2014 en Ferguson, la muerte de un joven negro a manos de la policía, abrió nuevamente el tema racial en la nación. Aunque varias investigaciones probaron que los policías actuaron bajo la ley, la narrativa de que la policía estaba matando sistemáticamente a hombre de raza negra tomó fuerza. El presidente Obama trajo mayor división al afirmar esto como una demostración de racismo por consecuencias de la esclavitud y segregación de generaciones pasadas.

En otros temas, el presidente Obama avanzó la agenda política de identidad de manera agresiva:

  • Avanzó los derechos LGTBQ, como la legalización nacional del matrimonio homosexual y una nueva política de uso de baños por transexuales.
  • Avanzó el tema de política de identidad, creando así una coalición de identidad.
  • El avance del aborto hasta el noveno mes de gestación.
  • El aumento en usar términos políticamente correctos, con base en el sacrificio de las libertades individuales de las personas.

Este ambiente fue perfecto para que una persona como Trump pudiera ser atractiva a la población promedio de Estados Unidos, incluyendo a muchos cristianos.

La llegada de Trump

El avance de las agendas liberales por parte de unos pocos hizo que una gran parte de la población sintiera que había aspectos morales que estaban siendo dejados atrás de manera estrepitosa. Y en las elecciones del 2016 la única persona que ofreció una oposición fuerte a la agenda liberal, y que no parecía temer a las repercusiones de ella, fue Donald Trump.

El ala liberal del país no podía creer que el avance del “progreso” se detuvo por este hombre. Pero en realidad, Trump fue el único político que pudo ver la oportunidad de alcanzar a una gran parte de la población de Estados Unidos que no apoyan agendas sociales tan drásticas.

Pensaríamos que el Partido Demócrata, luego de la victoria de Trump, se movería más hacia el centro, con políticas más conservadoras que puedan atraer a los indecisos. Pero la estrategia que han tomado es moverse más a la izquierda y crear una retórica secular que se levanta contraria a la gran mayoría de ideas conservadoras. Si lees inglés, sería muy útil que puedas observar cuáles son las políticas de las plataformas demócratas y republicanas (entre otras), para que puedas conocer en propuestas a qué nos estamos refiriendo.

Lo importante para los cristianos

Una cosa debe quedar clara: para los creyentes, nuestra esperanza no está en los partidos políticos. Aunque personalmente se me dificulta pensar en creyentes que apoyen un partido que se oponga tan abiertamente a los mandatos de Dios, el Señor sigue cumpliendo su plan, ya sea con Ciro o con Nabucodonosor. Y nosotros seguimos siendo la Iglesia: una ciudad puesta sobre el monte, comprada por sangre, para anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (Mt. 5:14-16; 1 Pe. 2:9).

Que Dios ayude al pueblo creyente en los Estados Unidos a ser sabio en las próximas elecciones, y recordar que Dios está en su trono y nada sale de su control. En Dios y su glorioso evangelio está nuestra confianza, sin importar quien salga electo.

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Existen aberraciones de algo puro y que salva, llamado evangelio. Pero cada vez más y más, se levantan personas criticando, minimizando y condenando a otros pastores e iglesias, sólo porque no se piensa igual que ellos.

Estas personas no van tras la verdad, sino tras la destrucción y condenación. No hablan con amor, sino con arrogancia. Demeritan todo lo bueno que una iglesia ha hecho y hace. Contaminan a otros miembros y lo que crean es división, bajo la bandera de ser fieles a la Palabra y a sus principios.

Pensaba escribir algo al respecto, pero el Pastor Joselo Mercado, escribió algo mucho mejor de lo que yo hubiera escrito con ciertos asuntos que él ha visto. Y lo más importante, lo escribió salpicado de compasión y amor. No está en contra de defender posturas, sino de algo más importante como verá a continuación. Joselo, es el pastor principal de la Iglesia Gracia Soberana en Gaithersburg, Maryland. Posee una Maestría en Artes en estudios teológicos.

No es malo estar en contra por ejemplo del evangelio de la prosperidad, en contra de predicar una sanidad total o en contra de que se hable más del pastor de la iglesia que de nuestro Salvador Jesucristo, porque esto no es el evangelio.

Aunque el cristiano puede ser próspero (recuerde, el que no trabaja que tampoco coma), el cristiano puede ser sano (Lázaro no fue sanado, sino resucitado, pero ya murió. Porque esta vida es terrenal y todos vamos a morir. Lo eterno es mayor y en el cielo está nuestra esperanza) y el cristiano que es líder será conocido y reconocido (pero una vida de humildad, aun con reconocimiento público, apuntará al Padre en cada oportunidad).

Pero estar en contra de todo, muchas veces sin fundamento y hablando con la arrogancia como si el día anterior hubieran tomado café con Dios, por lo que ahora tienen la medida exacta para convertirse en jueces de la humanidad que profesa ser creyente, eso es otra historia. Más aún si usted es ahora, quien define quién es hijo y quién no es hijo de Dios.

Conoce a alguien que está en contra de todo y de todo, de casi todas las congregaciones menos de la suya o su denominación. Y que además juzga con arrogancia y condena como si sólo el tiene la razón de todos los temas habidos y por haber. Compártale este artículo. Si es maduro, lo leerá, entenderá y le agradecerá. Ahora bien, si se pone como niño que hace berrinches ¿Qué será?

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El peligro del sectarismo «reformado» por Joselo Mercado

Resumen: Las confesiones nos ayudan a definir convicciones. Nunca se deben usar para especificar que alguien es, o no, un hijo de Dios.

Hay una nueva especie de secta que está creciendo en Latinoamérica. Este grupo se caracteriza por decir que si no estás de acuerdo con ellos y su modo de pensar, no eres un verdadero creyente. Si no estás de acuerdo completamente con su confesión o catecismo, serás catalogado como un ecuménico, entre muchas otras cosas. Lo más sorprendente: este grupo se denomina protestante, y creen en muchas de las mismas cosas que nosotros creemos.

Lamentablemente, este grupo sectario en Latinoamérica cree tener la llave para identificar quiénes pueden entrar al campamento de los reformados. Lo más increíble del asunto es que, al ellos tratar de definir lo que es ser reformado, muestran gran ignorancia y, añado con dolor, muestran también gran arrogancia.

Quiero ser claro sobre a qué tipo de grupo me estoy refiriendo. No deseo incluir a grupos que no caen en esta categoría. El grupo al que me refiero es aquel que tan pronto alguien sale fuera de sus definiciones le acusan de ecumenista y apostata. La más mínima infracción de sus definiciones hace que no se tome en cuenta el resto de su teología. Más importante todavía, no se toma en cuenta cuál es la visión de esta persona sobre el evangelio. No estoy hablando de no defender posturas; es correcto defender y presentar sus posturas. El problema es cuando violamos los principios de Romanos 14 y queremos imponer nuestra conciencia en otros que tienen pensamientos diferentes. 

El uso de confesiones

Las confesiones son medios de gracia para ayudarnos en nuestras definiciones teológicas. Nos ayudan a definir convicciones. Nunca se deben usar para especificar que alguien es, o no, un hijo de Dios. Más bien son guías para permanecer en el camino correcto, el camino ortodoxo; pero debemos entender que no son la Biblia. La conciencia informada por la Palabra de Dios debe guiarnos, no una confesión humana. Si tú crees algo y estás convencido de ello solo porque lo escribió alguien en particular, y no porque has creado convicciones bíblicas al respecto, eso es pecado. Así lo podemos ver en Romanos 14:22-23:

“La fe que tú tienes, tenla conforme a tu propia convicción delante de Dios. Dichoso el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. Pero el que duda, si come se condena, porque no lo hace por fe; y todo lo que no procede de fe, es pecado”.

Si fuéramos a definir lo que significa ser reformado de una forma histórica, tendríamos que hablar de las iglesias que salieron de la reforma de Ginebra, o Zúrich. De ahí salieron las iglesias presbiterianas de Holanda y Escocia que luego fueron de influencia en los Estados Unidos y ahora están representadas por la PCA o la OPC. Muchos de los que pertenecen a lo que llamo esta secta reformada, que se autodeclararon defensores de la Reforma Latinoamericana, no entrarían en esas denominaciones.

Una gran parte de este grupo reformado son bautistas que se apegan a la Confesión de Fe de Londres de 1689. Este hermoso documento histórico, el cual guía mis convicciones sobre la doctrina del pacto, es un medio de gracia para los creyentes. Pero debemos enfatizar que ninguna confesión es la Biblia. Estos son documentos falibles y creados por hombres que tratan fielmente de interpretar la Biblia. Nada más y nada menos.

Ser protestante

Al final, los líderes de este grupo olvidan que ser protestante incluye aceptar que diferentes hermanos de la fe pueden tener diferentes convicciones. Pretender que en todo tenemos que pensar igual es la esencia de la teología y práctica católico romana. Es, en un sentido muy real, volver a lo mismo que la Reforma protestó.

Personalmente, no uso el término reformado al describirme, y prefiero decir cuando me preguntan que trato de ser un creyente bíblico por la gracia de Dios. Si me presionaran a ponerme una etiqueta, entonces digo que soy esencialmente reformado por mis creencias soteriológicas y eclesiásticas (pertenezco a una denominación con gobierno presbiteriano), y que difiero de la tradición reformada clásica por mis convicciones credobautistas.

Debemos permitir que personas con entendimientos ortodoxos de las cosas que importan, las doctrinas fundamentales, puedan diferir de nosotros en otras doctrinas secundarias, o en cuestiones de preferencias. Acusar, por ejemplo, a un hermano de no ser creyente por no seguir el principio regulativo de adoración es algo que, estoy seguro, Dios mira con desprecio. 

Todos los reformadores tuvieron diferencias: en los pormenores del significado de la santa cena, la relación con el estado, y en algunos temas eclesiológicos. Si tomamos en cuenta la definición tan cerrada de estos grupos, ¡ni Martín Lutero podría ser parte de la comunión de los creyentes! Que Dios tenga misericordia. Y que podamos por el evangelio, al mirar a Cristo, tener paciencia con nosotros mismos y extender esa gracia también a otros hermanos.

Este artículo apareció publicado primero en la pagina web de la Coalición por el evangelio. Para ver la fuente, dé clic aquí

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