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El 1 de enero platicaba con un amigo sobre las bendiciones de Dios sobre su empresa. Cómo es que iba saliendo en medio de la crisis mundial económica en la que de pronto nos vimos envueltos todos por los confinamientos a causa del Coronavirus.

Pero lo más importante, no eran sus logros empresariales. O que su hijo ya conociera todo el proceso producción. Lo más importante era que por primera vez en su vida de cristiano con más de 25 años de recorrido, iba a terminar ahora en enero de leer la Biblia de pasta a pasta.

Como muchas personas innumerables veces lo había intentado, pero por primera vez terminaba de leer la Biblia de pasta a pasta. Lo expresaba con una sonrisa y alegría en su rostro ¿Cuál fue la diferencia?

Conocer al Dios de la Biblia y vivir para él. No conocerlo de manera teórica, sino en lo más íntimo del ser y dimensionar su amor. Yo lo que quiero es agradar a Dios y amarlo, me decía. Todo lo demás está en un segundo plano en mi vida. Nada me importa más ahora.

Después de 430 años de esclavitud, Moisés, rescatado de las aguas por la hija del Faraón de Egipto y quien mató a un egipcio y huyó al desierto, por gracia de Dios, fue llamado para liberar a este pueblo después de 10 poderosas plagas. Con el poder de Dios fueron liberados de la esclavitud. El Mar Rojo se dividió en dos y cruzaron a salvo. El ejército egipcio murió ahogado.

Moisés ha muerto. Ahora Josué, ha sido asignado por Dios como el líder de Israel. A pesar de haber visto la poderosa mano de Dios, este pueblo es rebelde y no dimensiona el profundo amor de Dios por ellos y le son infieles y desobedientes con sus acciones. Josué entonces les habla del corazón.

“»Por lo tanto, ahora ustedes entréguense al Señor y sírvanle fielmente. Desháganse de los dioses que sus antepasados adoraron al otro lado del río Éufrates y en Egipto, y sirvan solo al Señor. Pero, si a ustedes les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor».” La Biblia en Josué 24:14-16

¿De qué cosas tiene que deshacerse para servir sólo al Señor?
¿A quién elige servir hoy?, ¿A Dios o a los dioses que ha creado?
Declare: Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor.


En Jesús, Dios nos ha sacado del desierto del pecado en Jesús. Al igual que el pueblo de Israel que no hizo nada para recibir la libertad y el amor de Dios, no hemos sido nosotros los que hemos hecho cosa alguna para recibir la libertad y el amor de Dios en Jesús. La salvación comienza y termina en Dios.

Dios envió a su Hijo – por cuya palabra el universo fue creado, quien es, ha sido y quien será – a la tierra. Tomó la forma de ser humano, haciéndose semejante a nosotros, para que, habiendo sido tentado en todo, pero sin pecado, pudiera morir en la cruz, tomando el castigo, liberándonos a nosotros del que nos correspondía.

Su muerte aplacó la ira de Dios. Y sin merecer ser amados, Dios no sólo nos amó, nos perdonó y nos liberó, sino que nos adoptó como hijos en Jesús. No sólo la justicia de Cristo nos fue impartida por la fe, gratuitamente y sin esfuerzo alguno de su parte, fuimos declarados hijos y miembros de la familia espiritual más grande del mundo, la familia de Dios.

No seamos como el Israel infiel que luego de ver las grandezas de Dios, vivió sin importarle su libertador y su Creador. Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y creemos en Jesús como Salvador, Dios nos transforma. Ese amor y ese favor inmerecido nos lleva a amarla. Como expresaba Fredy, yo sólo quiero amarlo, agradarlo y conocerlo.

Josué le dijo al pueblo de Israel que eligiera hoy a quien servir pero que él y su familia servirían al Señor. Aliente a sus hermanos en Cristo a elegir amar y servir a Dios en todo momento. Pero accione hoy para que todos puedan vivir para Dios y conocer su persona, su voluntad y nuestro llamado al leer y practicar la Biblia todos los días de nuestra vida.

Ahora, los 4 en familia, están leyendo la Biblia por separado, siguiendo el mismo plan del App YouVersion, de The Bible Project, que incluye videos a través de los que obtienen una mejor comprensión de cada libro y de la Escritura. Siga el plan que más le gusta, en www.calendariodelecturasbiblicas.com encuentra el que compartimos en La Fráter, la congregación en la que sirvo.

Cuando Dios cambia el corazón, cambia la pasión… Busque ahora que se ha arrepentido de sus pecados, conocer de Su persona, de Su voluntad y esta sólo se encuentra al leer la Biblia. Clic para tuitear

Ese es un camino para comenzar si desea hacerlo. Abajo le dejo algunos enlaces a otras publicaciones para que profundice más y decida servir al Señor y decida conocer de él a diario, no sólo sino en familia. Porque cuando Dios cambia el corazón, cambia la pasión… Busque conocer Su persona, Su voluntad y esta se encuentra al leer la Biblia.

Quítese de la mente que si no comenzó el 1 de enero esperará hasta el próximo año. Comience hoy. Comience hoy. Comience hoy. Aquí tres publicaciones que pueden servirle para leer la Biblia en lo personal y en familia:

Siga estos 10 consejos para leer la Biblia de pasta a pasta

Así están aprendiendo a leer la Biblia mis hijos

Así hemos leído 6 libros de la Biblia con mi familia durante la cuarentena

Como nota final, si le ayuda leer la Biblia en comunidad, pónganse de acuerdo con varios amigos y lean la Biblia todos los días juntos. Reúnanse, ahora con un clic, todos podemos estar conectados en línea y juntos. Y así, también usaremos la tecnología para crecer en Dios y glorificar su nombre.

¿Qué decide? Porque decidir, lo comienza todo. Y el actuar, nos mantiene el compromiso diario, hasta la realización de lo propuesto.

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Indudablemente, todos nos vamos a morir…

La pregunta no es cómo o cuándo moriremos, gracias a Dios no lo sabemos y llegará cuando llegue.

Pero mientras tanto, esta pandemia no sólo nos mostró nuestra fragilidad. Hoy estamos, mañana ya no – cómo lo vimos en la publicación anterior –. Sino que también nos mostró cuánto tiempo hemos perdido en lo que no se debe.

En este tiempo hemos extrañado a nuestros parientes y amigos en nuestra mesa. ¿Cuántas oportunidades tuvimos para invitarlos aún más antes y no lo hicimos? ¿Cuánto anhelamos estar juntos y disfrutar de la compañía de otros, de las carcajadas, las historias y la comida juntos?

Antes, a veces escogíamos no asistir a la iglesia, simplemente porque sí. Hoy, anhelamos no sólo llegar, sino todo lo que pasa en ese punto de comunión, en donde juntos adoramos a Dios, recibimos la predicación de su palabra y nos edificamos unos a otros.

Sí, lo virtual es importante. Pero jamás podrá reemplazar el toque físico necesario para la vida. Jamás suplantará ese abrazo, ese caminar en un parqueo y encontrarse desde allí a los amigos y compartir juntos. El estar en el lobby de la iglesia compartiendo con aquellos encuentros inesperados con amigos de años y amistades nuevas, que en el antes y después de las reuniones en la iglesia surgen.

¿Cuánto tiempo hemos perdido en lo que no se debe? No por fuerza en cosas que son malas, sino en cosas buenas, pero cuando habían cosas aún mejores a las que pudimos dedicar nuestro tiempo.

¿Cuánto tiempo hemos perdido en lo que no se debe? No por fuerza en cosas que son malas, sino en cosas buenas, pero cuando habían cosas aún mejores a las que pudimos dedicar nuestro tiempo. Clic para tuitear

Esta mujer que perdió a su esposo hace unos años lo ponía bien claro. “Hoy tenemos el dinero y los sueños que el dinero podía darnos. Pero no lo tenemos a él. A casi dos años de la fecha en que se quería retirar, partió a la presencia del Señor. Pudimos haber disfrutado más y trabajado menos.”

Perdemos el tiempo, a veces en cosas buenas, cuando hay cosas mejores. Pero no nos perdemos sólo en cosas, también nos perdemos en emociones que en nada edifican o construyen. La falta de perdón es una de ellas o el vivir en amargura o con indiferencia eterna hacia los demás. El vivir en enojo porque no nos ha ido como queremos. ¿Cuántas emociones que nos llevan a perder el tiempo y a dejar de disfrutar el hoy?

El sabio Salomón, ese tercer rey de Israel, el maestro, como se autodenomina en el libro de Eclesiastés, resume en dos categorías lo que debe llevarnos a redimir el tiempo. Lo que debe tener nuestras energías en esta tierra en donde nuestros días son contados.

Él no llegó a esta conclusión a la ligera. Se dio a todo. Al alcohol, a los logros, al estudio, al placer, no le negó a sus ojos ningún deseo, ni privó su corazón de placer alguno. Y aún así, llegó a la conclusión que, sin Dios en esta vida, todo es correr tras el viento. Pero ¿Qué debemos hacer y a qué debemos dedicarnos con todas nuestras energías”

“Yo sé que nada hay mejor para el hombre que alegrarse y hacer el bien mientras viva”. La Biblia en “Eclesiastés 3:12

El agua que ha pasado bajo el río, ya pasó. El tiempo perdido, que quede atrás. Pero vea hacia delante. Alégrese y haga el bien. Tome nota, alegrarse y hacer el bien es algo de lo que usted y yo somos responsables.

Ni sus abuelos, ni sus papás, ni su pareja, ni sus amigos, ni sus jefes son responsables de que usted se alegre y de que usted haga el bien. Usted y yo no somos el centro de nada. Claro está como veremos en las próximas publicaciones, que no existe el ser perfecto, sino Dios. Usted y yo somos pecadores. Hemos pecado y mucho. Y por eso necesitamos un Salvador.

¿Cómo se ve la vida de una persona que se alegra y hace el bien mientras viva? Esta es una persona dichosa. Y esa dicha no proviene sólo de mi decisión. Esta dicha proviene de Dios. Es un regalo que Dios otorga a aquel que se arrepiente de sus pecados y cree en su hijo Jesús para salvación. Que cree en Jesús como su paz ante la ira santa de Dios por nuestro pecado.

Es que la alegría de Dios, permanece a pesar de lo malo que viene. No depende de las circunstancias, sino del dueño de las circunstancias y de nuestro futuro eterno y seguro en él. Esto, a pesar de lo que pueda venir.

Es que la alegría de Dios, permanece a pesar de lo malo que viene. No depende de las circunstancias, sino del dueño de las circunstancias y de nuestro futuro eterno y seguro en él. Esto, a pesar de lo que pueda venir. Clic para tuitear

“Nada hay mejor para el hombre que comer y beber, y llegar a disfrutar de sus afanes. He visto que también esto proviene de Dios, porque ¿quién puede comer y alegrarse, si no es por Dios? En realidad, Dios da sabiduría, conocimientos y alegría a quien es de su agrado; en cambio, al pecador le impone la tarea de acumular más y más, para luego dárselo todo a quien es de su agrado. Y también esto es absurdo; ¡es correr tras el viento!” La Biblia en Eclesiastés 2:24 al 26

Un regalo de Dios es que el ser humano coma, beba y disfrute de todos sus afanes. Alegrarnos y hacer el bien mientras vivamos es nuestra responsabilidad. Es un compromiso nuestro ante el regalo de la vida que Dios nos ha dado y la forma en que podemos adorarle.

Las sonrisas son adoración, cuando el corazón tiene la paz con Dios y la paz de Dios, el rostro de todo pecador arrepentido se transforma. El corazón con gozo, se manifiesta en sonrisas. Estas sonrisas a su vez, son las que iluminan el rostro de otros. Sonrisas que en ocasiones pasan de una sonrisa a una erupción de carcajada. No resultado del chiste sarcástico de alguien, sino del gozo de vivir y hace el bien, en comunidad.

Esto seguiremos viendo en las siguientes publicaciones ¿Cómo es que podemos vivir con alegría en esta tierra? Sí, incluso ante los afanes, con la pareja, con la comida, con el trabajo y mucho más.

Alégrese y haga el bien mientras viva…

¿Qué se le ocurre?

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La pandemia aceleró un salto que muy pocos hubieran aceptado de otra manera. Hoy hasta los abuelitos tienen WhatsApp, Zoom y tanto más.

Una mujer de 86 años de la congregación. Se conecta semanalmente a su servicio. Todavía me explica: «no me mira porque no comento, porque todavía no sé cómo. Pero ya me puedo conectar los sábados y los miércoles».

Una cosa es usar todo lo digital y otra explotarlo. Hace poco tuvimos una reunión con algunas familias. Éramos 5 familias en total. En casa somos 6. Colocamos dos computadoras para que nos vieran mejor. Y pasamos más de una hora comiendo juntos. Impensable hace unos meses.

Pregúntese en todas las áreas de su vida, no ¿Cómo puede usar este salto digital? Sino ¿Cómo puede explotar al máximo el mismo?

Volveremos a reunirnos en nuestras congregaciones, pero el tema digital, no puede ser un tema de la pandemia. Nuestras congregaciones deben explotar al máximo esta herramienta.

En La Fráter tenemos varios servicios los fines de semana. Pero el primero, el sábado a las 20:00 hrs. Seguirá para siempre con un formato digital para todos aquellos que lo necesiten.

Continuaremos transmitiendo todos los servicios desde la iglesia, pero este en específico, no será una transmisión de lo que pasa en vivo en la iglesia, será una transmisión en vivo, desde nuestras casas para las casas de nuestros miembros y de aquellos que quieran ser edificados en cualquier parte del mundo.

El tema digital, es como tener ahora a sus mejores amigos y a todos los miembros de su grupo pequeño viviendo al lado de su casa. Sólo implica, salir, tocar la puerta y listo. ¿Cómo podemos explotarlo?

El tema digital, es como tener ahora a sus mejores amigos y a todos los miembros de su grupo pequeño viviendo al lado de su casa. Sólo implica, salir, tocar la puerta y listo. ¿Cómo podemos explotarlo? Clic para tuitear

Le doy una sola idea y las demás no sólo las piense, escriba un correo electrónico y envíeselos a sus pastores y líderes en su congregación. La iglesia es multigeneracional y todos tienen ideas sorprendentes sobre cómo explotar el tema digital. Pero si se las queda, su iglesia no cambiará.

Leer la Biblia es un hábito que todo creyente debe establecer y practicar hasta el día de su muerte. La escritura es la revelación de la persona y la voluntad de Dios nuestro Creador. En ella nos revela su carácter de santidad, su justicia y a nuestro salvador Jesucristo quien murió por nuestros pecados.

¿Cuántas personas me dicen que no leen la Biblia porque no poseen el hábito de la lectura? Esta generación es la que más lee, pero la que más lee lo que no debe. Vive leyendo en Internet. Y ¿La Biblia?

Quiero desafiarlo a comenzar reuniones de lectura bíblica con sus amigos de la congregación. E incluso, con amigos no creyentes que quieren conocer de Dios. Han escuchado de la Biblia, pero jamás la han leído. No conocen de Abraham, de Gedeón, de José, de Israel, de Pablo, de Pedro y tanto más.


Escojan un plan de lectura bíblico para leer la Biblia en un año todos juntos en Internet. O desafíense a leer cierta cantidad de capítulos en un día y comentarlo. Con mi esposa y mis hijos, leemos un solo capítulo al día y discutimos el mismo e investigamos en el momento. Y hemos leído tanto en cuatro meses y medio.

Además, terminamos en oración. ¿Qué oramos? Nuestros descubrimientos sobre ¿Quién es Dios en ese pasaje? Y ¿Quién es el ser humano en ese pasaje? Oramos las grandezas de Dios y sus grandezas sobre nuestras debilidades como pecadores que somos. Conozca más sobre cómo estamos leyendo la Biblia en Cuarentena dando clic aquí.

Reunirse en línea para leer la Biblia con los amigos, es algo que todos debemos hacer para apoyar a aquellos que aún no han desarrollado el hábito de la lectura bíblica. No sólo creceremos en la palabra, también en las relaciones y en amor.

Reunirse en línea para leer la Biblia con los amigos, es algo que todos debemos hacer para apoyar a aquellos que aún no han desarrollado el hábito de la lectura bíblica. Creceremos en fe y amor. Clic para tuitear

Antes, se convertía alguien al evangelio y visitarlo a su casa era algo difícil. Ahora nos podemos conectar en línea y convertirnos en sus hermanos mayores, quienes les enseñarán las verdades de la palabra de Dios a cualquier hora y lugar.

Lo digital llegó. ¿Lo usaremos? Sí. ¿Lo explotaremos al máximo? Eso está por verse. Y usted es una pieza vital para el reino y para que esto ocurra en su congregación y en los que tiene el privilegio de influenciar.

¿Es miembro de La Fráter? Envíeme sus ideas dando clic aquí.

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O recibía una certificación de pensum cerrado esa semana o tendría que espera seis meses más para graduarme.

Recién graduado del colegio a punto de cumplir los 18 años, me fui a estudiar Biblia al Instituto Bíblico Christ For the Nations, en Dallas, Texas. Un período de aprendizaje fantástico, viviendo como internado junto a más de 1,200 alumnos y estudiando el programa de dos años que ofrecían en ese entonces.

Tuve una beca trabajo. Trabajaba a cambio de estudiar gratis. Mis papás me pagaron el hospedaje, la alimentación y mis libros. Trabajé como sonidista un semestre, pero pedí mi traslado a la Biblioteca. Lugar en el que trabajé el resto del tiempo y en donde verdaderamente aprendí a leer y a trabajar. Allí autorizaba los libros que sacaban los alumnos, cobraba y sacaba fotocopias, cobraba moras, hacía mi cuadre diario, ordenaba los libros de acuerdo a su código y mucho más…

Al regresar a Guatemala, no me quedé de brazos cruzados. Sabía que debía prepararme profesionalmente. Siempre me ha apasionado el liderazgo y la administración. Así que enero de 1997, comencé a estudiar en Guatemala una Licenciatura en Informática y Administración de Negocios. Mis amigos del colegio ya estaban en tercer año y yo en el primero, pero sabía que debía estudiar.

Ya había cerrado la licenciatura y me faltaba un requisito para graduarme, la certificación de cierre de pensum que debía entregar o no me graduaba en el mes de noviembre sino en el mes de mayo del siguiente año. Ya estábamos en el año 2002. Aixa estaba embarazada de nuestra primera hija Ana Isabel y quería graduarme antes de su nacimiento.

Todas mis ilusiones se desvanecieron, cuando llegue a la oficina de control académico de la universidad y me dijeron: “Con gusto. Se la tenemos lista en tres semanas”. ¡En tres semanas no me servía para nada! Salí de la oficina desilusionado luego de haber pagado el trámite, pero pronto me recordé, que uno de mis amigos de la iglesia, era ahora el jefe de la oficina de control académico.

Pregunté y corrí a su oficina – la cual no conocía –, desde afuera lo saludé, me pasó adelante y le conté rápidamente mi situación. Levantó el teléfono, hizo una llamada y pidió que me buscaran en el sistema. Salió de la oficina y me dijo: listo. Ya la están preparando. Entraron a su oficina, firmó los documentos y listo. Podía graduarme en noviembre del 2002. Le di un abrazo que expresaba mi agradecimiento y lo demás es historia.

Pero mi hija me ganó por dos días. Ana Isabel nació el jueves 7 de noviembre y yo me gradué como licenciado, el sábado 9 de noviembre del 2002. No hubo almuerzo de celebración, ni nada por el estilo. Mi familia y mis amigos, luego de darme el abrazo y de las respectivas fotos, salieron de la universidad a sus compromisos y otros, directo al hospital a conocer a mi hija, la primera nieta de mis papás. Cuando llegué yo, ya no había ninguno.

Almorcé sólo en la cafetería del hospital, pero con una satisfacción interna muy grande, de haber alcanzado ese logro que me había propuesto. Ya trabajaba, por lo que pude tener satisfacción de pagarme la universidad y de alcanzar ese sueño.

Yendo de regreso a la casa esa noche, pasé comprando para llevar, un plato de carne asada en un restaurante muy conocido en Guatemala, en donde los dueños son argentinos, La Media Cancha. Ese fue el regalo que me hice esa noche. Antes de cenar le di gracias a Dios por su provisión, el privilegio de estudiar y graduarme y, por último, por mi amigo. Gracias a él, me gradué en noviembre y no 6 meses después.

Increíble, una llamada me había permitido graduarme. Se ha puesto a pensar en ¿El poder de una llamada?

Una llamada no sólo abre puertas, cambia vidas. No me refiero a una llamada de influencia como la que gracias a Dios pude tener, en mi amigo. Sino una llamada que no busca nada para nosotros, sino todo para el otro.

Son esas llamadas cuya única agenda es ver cómo está la otra persona, profundizar en la relación y ponerse a disposición del otro para lo que necesite. Ya sea brindar apoyo u oración para lo que necesite.

Durante este tiempo de pandemia, hemos alentado a nuestro liderazgo principal en La Fráter, a realizar como mínimo 5 llamadas al día. Cinco llamadas que no duran 50 minutos entre todas. Sino que, en ocasiones, las mismas se extienden hasta por 4 horas. ¿Por qué? Porque casi nadie llama a menos que necesite algo.

Sólo el día viernes pasado, hablé con un amigo por 56 minutos. Sus palabras fueron: en mi vida había hablado tanto tiempo con vos. No es un amigo de mi edad, me lleva entre 10 y 15 años de edad, pero ambos tenemos el privilegio de servir en La Fráter.

Siempre que hacemos una llamada, la otra persona rápidamente después de saludarnos, nos pregunta ¿En qué puedo servirte? Porque casi siempre, las llamadas son porque quien llama, necesita algo del otro. Cuando usted les dice que no es por nada, sino sólo para ver cómo están, todo cambia.

Casi siempre llamamos a otras personas porque necesitamos algo de ellas. Pero hay llamadas que debemos aprender a hacer a diario, que tienen un propósito muy diferente. Clic para tuitear

Las preguntas tienen tanto poder. Las preguntas que suelo hacer buscan que no respondan con un sí o no o bien o mal, sino que abran el diálogo. Esas son las preguntas que usted puede hacer. Algunas que preguntas hago son: ¿Qué ha sido de tu vida en estos días?, ¿Qué ha sido lo más difícil que has enfrentado estos días?, ¿Cómo está el trabajo o la empresa?, ¿Qué ha sido de tu pareja?, ¿Qué ha sido de tus hijos?, ¿Cómo está…? Y agrego algo que conozco profundamente de la persona: parientes, amigos, mascotas, hobbies, célula, etc. Y siempre termino o comienzo con ¿En qué situaciones puedo apoyarte en oración?

Cuando las personas no se abren, yo abro mi corazón y les cuento genuinamente cómo estoy, qué está pasando en mi vida, que libros estoy leyendo o recuerdo algo que hicimos en el pasado que nos marcó a ambos. Casi siempre, abren su corazón, compartimos y muchas cosas más suceden para el bien de ellos e incluso el mío.

Como cristianos somos llamados a ser guardas de nuestros hermanos. Caín le respondió a Dios cuando le preguntó por su hermano, luego de haber matado a Abel: “¿Acaso soy guarda de mi hermano?”. Eso debemos ser, guardas de sus vidas espirituales, guardas de sus corazones, guardas de sus pensamientos y guardas de sus sentimientos.

Una llamada con un corazón genuino a personas que amamos con todo el corazón, tiene el potencial de desencadenar transformaciones poderosas y pláticas profundas de los temas que casi nunca se tocan. Tocamos temas de actividad, planificación, reuniones. Pero mucho menos, los temas del corazón y profundos del alma, que deben ser tratados para que Cristo sea formado en nuestras vidas.

Más aún, ahora en medio de esta pandemia, todos debemos tomar el teléfono y hacer llamadas. Llamadas para conectar, para amar, para animar, para orar, para aconsejar y para exhortar. Nos necesitamos unos a otros para ayudarnos a vivir la vida, a vivir en santidad y para corregirnos mutuamente.

Este amigo en una oficina de la universidad, me echó una gran mano cuando me ayudó. Pero usted y yo podemos echarle una gran mano a otros, cuando los llamamos, sin una agenda en concreto, más que por el gusto de crecer en comunión y estar ahí para ellos, para ser los amigos que están en las buenas y en las malas. Los que animan y corrigen, los que escuchan y a veces, tan sólo pueden llorar, mientras el otro también llora. ¿A quiénes llamará hoy? Y ¿Cuántas llamadas se propondrá por día?

Todos debemos tomar el teléfono y hacer llamadas. Llamadas para conectar, para amar, para animar, para orar, para aconsejar y para exhortar. Nos necesitamos unos a otros para ayudarnos a vivir la vida y vivirla en santidad. Clic para tuitear

Termino con esto. Sus llamadas a veces no podrán salvar a otro de lo que usted quisiera salvarlos. Pero sí, le mostrarán a otro cuanto lo ama. Mi llamada no pudo salvar ese matrimonio. La persona estaba dura, molesta por mi llamada al ser confrontado en amor por su pecado y al llamarlo al arrepentimiento. Al final, sin respuesta positiva o apertura a lo que Dios manda de nosotros en su palabra sólo le dije, permitíme orar por vos.

Estaba caminando en el jardín del condominio y sólo pude decir las primeras palabras en mi oración antes de comenzar a llorar como niño: “Señor Jesús te pido por…”. Y lloré como si un ser querido demasiado cercano se hubiera muerto. Me tuve que agarrar de un juego para niños, para sostenerme y no caer al suelo.

Llore lo que pareció más de un minuto, triste y dolido por el corazón duro de mi amigo. Y por lo imposible al no ver un arrepentimiento en mi amigo. Pero del otro lado, mientras lloraba, escuchaba el gemir y el lloro de él. No se dio el resultado que esperaba, pero, aunque sabe que no comparto la decisión equivocada que tomó, sabe que lo quiero en el Señor y que estoy para él. Sigo orando porque Jesús sea su todo hoy y siempre y en todo.

Alguien espera su llamada hoy…

“Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo.” La Biblia en Gálatas 6:2

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A veces, vemos a los discípulos como que si cuando sudaran, sudaran agua bendita. Pero qué lejos estamos. Ellos también fueron pecadores, que necesitaron y encontraron al Salvador Jesús.

“—Te aseguro —le contestó Jesús— que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me negarás tres veces. —Aunque tenga que morir contigo —insistió Pedro—, jamás te negaré. Y los demás discípulos dijeron lo mismo.” La Biblia en Mateo 26:34 y 35

“Y de inmediato dijo a la turba: —¿Acaso soy un bandido, para que vengan con espadas y palos a arrestarme? Todos los días me sentaba a enseñar en el templo, y no me prendieron. 56 Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.” La Biblia en Mateo 26:55 y 56

De Pedro se habla tanto, pero ¿Y de los demás discípulos? Es cierto que Pedro le negó tres veces. Pero vemos que, en el Jardín del Getsemaní, al momento del arresto, todos los discípulos abandonaron a Jesús y huyeron. Y todos habían prometido lo mismo que Pedro.

Hoy en Guatemala, a este sábado se le conoce como Sábado de Gloria. Pero de gloria, no tiene nada. Es más, un sábado de lamentación. Se imagina las conversaciones de los discípulos. Si no conversaban, sólo las miradas que se hacían unos a otros, eran suficientes para hablar. Hablaban de derrota, ninguna mirada hablaba de la esperanza de la resurrección. Hablaban de condenación.

Pero llegaría el domingo y la esperanza surgiría. Jesús había resucitado y lo creían. Ahora tenían la esperanza ¿De pedirle perdón? O ¿Cuál era su esperanza ahora que sabían que había resucitado?

¿Qué hace Jesús la primera vez que ya resucitado se les aparece a sus discípulos? Ni siquiera les recuerda que lo abandonaron, ni siquiera le echa en cara a Pedro el haberlo negado. Ellos lo habían estado haciendo constantemente. No necesitaban más juicio que al que ellos solos se habían metido, necesitaban gracia, misericordia, perdón y ser comisionados para predicar esta misma gracia.

Al aparecérseles, lo único que les dice es: “La paz sea con ustedes” y se los dice. Primero como saludo y luego, de nuevo. Eso es lo que Jesús anhela, nuestra paz con Dios por medio de él. Una paz que nos lleva a predicar del dador de esa paz. Porque luego, fueron comisionados a seguir predicando y dieron su vida por causa de Cristo. Jamás volvieron a abandonarlo.

“Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. —¡La paz sea con ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron. —¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo: —Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados.” Juan 20:19-23

Jesús es nuestra paz. Después de cada sábado no de gloria, sino de lamentación por el pecado y de arrepentimiento genuino, viene un domingo de resurrección. En donde escuchamos las palabras de Jesús: “La paz sea con ustedes”.

Jesús es nuestra paz. Después de cada sábado no de gloria, sino de lamentación por el pecado y de arrepentimiento genuino, viene un domingo de resurrección. En donde escuchamos las palabras de Jesús: “La paz sea con ustedes”. Clic para tuitear

Jesús es nuestra paz con Dios. Su sacrificio pagó el precio por nuestros pecados y la consecuencia ante Dios por nuestros pecados.

Jesús tomó nuestro lugar en la cruz. El justo por los injustos. El intercambió lugar con nosotros. Tomó nuestra condena y nos proveyó el único medio para que Dios nos impartiera su justicia por la fe y no por las obras.

¿Está viviendo en un sábado de lamentación por el pecado? No sólo se lamente, llegue al arrepentimiento. Judas se lamentó, reconoció su pecado y fue y se ahorcó. Pedro se lamentó, reconoció su pecado y abrazó la gracia de Dios en Jesús cuando les dijo: “La paz sea con ustedes”.

Y no sólo Pedro le negó… Todos lo abandonaron, pero posteriormente fueron restaurados. Jesús no murió por “los buenos”, porque ante él, sólo existen pecadores, pues ninguno hemos podido cumplir con sus mandamientos.

Y estos hombres que un día abandonaron a Jesús, se convirtieron en fieles predicadores de la verdad. Fieles predicadores del evangelio de Dios, del evangelio de Jesucristo, del mensaje de paz. Paz para todo el que cree, se arrepiente, confiesa sus pecados y vive para glorificar a Dios.

¿Está en un sábado como el de Pedro y los demás discípulos en plena lamentación? Arrepiéntase de sus pecados, confiéselos y venga a Jesús para escuchar las palabras “La paz sea con ustedes”.

¿Está en un sábado como el de Pedro y los demás discípulos en plena lamentación? Arrepiéntase de sus pecados, confiéselos y venga a Jesús para escuchar las palabras “La paz sea con ustedes”. Clic para tuitear

Porque en Jesús, después de un sábado de lamentación, siempre viene un domingo de resurrección. “A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados. Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Y ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de él, seremos salvados del castigo de Dios! Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida! Y no solo esto, sino que también nos regocijamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, pues gracias a él ya hemos recibido la reconciliación.” La Biblia en Romanos 5:6-11

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