Escribo desde la sala del intensivo del hospital. Mi papá está en el quirófano. Lo operan a corazón abierto (o pecho abierto), pues su corazón está bien, pero sus coronarias necesitan un Bypass.
Llegar a la sala del intensivo fue como el niño que llega nuevo y solo al primer día de clases. La sala tiene capacidad para 15 personas.
Después de presentarme y preguntarle a cuatro familiares de distintos pacientes ¿Por quién está aquí? Por nuestras historias, ya somos uno.
Unos con un pariente en el quirófano y otros con complicaciones de una operación anterior.
En esa sala habemos guatemaltecos de la capital y de los departamentos de Izabal, Sololá y Santa Rosa.
Somos uno, no sólo por ser guatemaltecos, sino porque la enfermedad de un ser querido nos une.
Expresan: «Suena el teléfono y llegan buenas noticias para unos y malas para otros. Los que estamos en las malas, nos alegramos por los de las buenas.»
Otra cosa en común en esta sala, por encima de la enfermedad y la incertidumbre del mañana, es la fe en Dios nuestro Creador.
No una fe que existe porque nuestros parientes salgan bien o porque vivimos como en el cielo sin tristeza ni dolor en esta tierra, sino por quién es Él. Todos aquí creemos en Dios y sale a relucir en nuestras conversaciones.
Con lágrimas en los ojos, una mujer acaba de salir de ver a su papá: está mal, dice. Pero su fe en el Dios de la Biblia está bien. Eso sin importar que el resultado esperado no sea muy positivo. Clic para tuitearRecuerdo el mensaje que prediqué el domingo pasado.
Jesús de noche y en el Jardín del Getsemaní, tan angustiado por la muerte que debía enfrentar le dice a su círculo íntimo, conformado por tres discípulos, Pedro, Jacobo y Juan: «Es tal la angustia que me invade que me siento morir»
No sólo la divinidad encarnada se sentía angustiado, comenzó además a sentir temor y tristeza.
¿Qué hizo? Le abrió su corazón a su círculo íntimo, se mostró vulnerable y les pidió presencia y oración (que oraran por la tentación).
¿Qué otra cosa hizo? Presentó en su oración la posibilidad de que él no pasara por el episodio de la cruz. Pero agregó lo que debemos agregar en toda oración: «Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».
Dios no nos debe nada. Nosotros le debemos todo. El es el Creador, nosotros sus criaturas. Nuestras buenas obras y acciones no garantizan una respuesta positiva a nuestras oraciones. Pero sí demuestran en quién estamos parados.
La sala del intensivo me recuerda lo frágiles e impotentes que somos los seres humanos. Me recuerda qué tan fácil nos perdemos en la vida, no sólo en el pecado, sino en cosas buenas que no son lo más importante. Clic para tuitearLo más importante es Dios, la familia y el prójimo. El resto un extra que se queda. El trabajo es vital, pero jamás debe convertirse, ni el dinero producto del esfuerzo, en un dios.
Oro porque mi papá salga completamente bien. Pero sólo puedo agregar, que no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tu.
Mi fe en Dios no depende de una respuesta a una oración que hago, sino del gran amor de no dejarnos a la deriva en nuestros pecados, sino de buscarnos a lo largo de la historia personalmente, por medio de los profetas del Antiguo Testamento y por último por Jesucristo.
La divinidad que se visitó de carne y huesos vino para librarnos con su muerte de la ira de Dios, permitir que el Padre nos adoptara por medio de él como sus hijos y nos diera un corazón nuevo.
Jesús nos muestra el camino al Padre y la voluntad del Padre, que es que creamos en Él, nos arrepintamos de nuestros pecados, y vivamos para su gloria.
Dios no nos dejó a la deriva, ni en nuestros pecados, ni en la ignorancia para buscar descubrir por medio de nuestra supuesta sabiduría sobre cómo vivir en esta tierra. Clic para tuitearDios nos buscó, nos mostró el camino en Jesús, nuestra salvación, la vida verdadera y la paz duradera.
Somos ciudadanos del cielo y extranjeros de paso por esta tierra. No importa cuántas décadas vivamos, un día, todos moriremos y rendiremos cuentas por nuestras obras públicas y privadas delante de Dios.
Mi oración es que mi papá salga bien de su operación. Pero mi fe en Dios no descansa en ello. Clic para tuitearPorque nuestra esperanza no es esta tierra, sino la gloria eterna donde Dios gobierna con justicia inimitable. Una esperanza que descansa en Jesús, nuestra esperanza de gloria.
Ultima noticia: Han pasado más de diez horas desde que escribí estas palabras. Mi papá salió bien de la operación y aún está bajo los efectos de la anestesia. Seguiremos orando a nuestro Dios, por su pronta recuperación. Gracias por sus oraciones y apoyo.
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