Podemos dividir la historia de la humanidad en dos: en un antes y en un después de Cristo. Jesús la dividió en dos. Su vida no es sólo un acontecimiento histórico. Es un acontecimiento histórico que sigue haciendo historia.
Hoy mismo lo vi. En el tercer servicio de La Fráter Roosevelt al terminar de predicar cuando Jesús dividió la historia de vida de tres personas. Nada como ver al frente a alguien abrazando a su mejor amigo y con lágrimas haciendo la oración de arrepentimiento de pecados en donde se declara a Jesús como su Señor y Salvador de sus vidas. Alguien que muere a su vida pasada y nace a una nueva vida, un nuevo nacimiento pero espiritual.
El acontecimiento histórico de la muerte y resurrección de Jesús sigue haciendo historia. Lo vi la semana pasada cuando se realizó “La Vía Dolorosa”, el clásico teatral de la Semana Santa en La Fráter con 109 actores, 56 personas en el coro y 26 en danza. Asistieron a sus 4 funciones más de 44,000 personas y 290 personas públicamente dividieron sus vidas en un antes y un después de Cristo. Con lágrimas en sus ojos y algunos al caer de rodillas frente a la plataforma, hicieron una oración en donde declaraban a Jesús su Señor y Salvador. Sus vidas nunca volverán a ser las mismas porque sus historias fueron divididas.
Leyendo el blog del presentador de noticias en televisión, Juan Carlos Sasbin, encontré lo siguiente sobre su testimonio de vida: “¡Yo lo he visto! En mi vida personal también veo evidencias de su existencia: yo resucité el día que me quería suicidar, mis decisiones me habían llevado a la banca rota, la enfermedad y al punto del divorcio. Mi vida no tenía sentido y entonces apareció Jesús en mi escena y todo cambió. Logré superar mi adicción al alcohol y las drogas, encontré estabilidad emocional y logre por fin desarrollar mi potencial. En mi familia he visto sanidades por el poder de la oración y muchos otros milagros. Además tengo que decir que aunque he pasado por problemas financieros nunca me ha hecho falta nada.”
Jesús sigue dividiendo historias en un antes y un después de Cristo. Esta es la historia de Juan Carlos Sasbin ¿Cuál es la suya? ¿Vive en un antes de Cristo? O ¿Vive en un después de Cristo?
Pedro negó a Jesús tres veces, pero al ser testigo de resurrección y ser confrontado personalmente por el Cristo resucitado, cobró nueva vida y se convirtió en el líder principal en un tiempo de la iglesia primitiva. Su vida nunca fue la misma, su historia había sido dividida.
El apóstol Pablo persiguió a la recién fundada iglesia por Cristo. Fue testigo de la muerte de Esteban exactamente en el momento en que lo apedreaban y hasta sostuvo los mantos de aquellos que lo hacían. El Cristo resucitado se le apareció camino a Damasco, lo confrontó y lo comisionó para servirle. A partir de ese día reconoció quién era Jesús y su vida tuvo un antes y un después de Cristo. Su vida nunca fue la misma, su historia había sido dividida.
Su vida no es distinta. Todos somos pecadores. Cristo Jesús, el hijo de Dios, murió por los pecadores. Él dijo que los sanos no tenían necesidad de médico sino los enfermos. Y qué terrible conocer la enfermedad terminal más destructiva del mundo, el pecado. Y peor aún, vivir esclavizado por ella.
Jesús no está en una cruz, Jesús no está en una tumba, Jesús está sentado en el lugar de más alto honor en el cielo, a la derecha del Padre en donde intercede por nosotros.
En un domingo como hoy, Jesús resucitó. Su resurrección es la promesa de nuestra resurrección. Y es en la gloria celestial en donde estaremos con Jesús para siempre. En donde también nos encontraremos por la eternidad con todos aquellos que hayan muerto en Cristo.
Conviene recordar lo que dice la Biblia sobre su resurrección en Mateo 28:1-10 NVI “Después del sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. 2 Sucedió que hubo un terremoto violento, porque un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose al sepulcro, quitó la piedra y se sentó sobre ella. 3 Su aspecto era como el de un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve. 4 Los guardias tuvieron tanto miedo de él que se pusieron a temblar y quedaron como muertos. 5 El ángel dijo a las mujeres: —No tengan miedo; sé que ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado. 6 No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron. 7 Luego vayan pronto a decirles a sus discípulos: “Él se ha levantado de entre los muertos y va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán.” Ahora ya lo saben. 8 Así que las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, asustadas pero muy alegres, y corrieron a dar la noticia a los discípulos. 9 En eso Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. 10 —No tengan miedo —les dijo Jesús—. Vayan a decirles a mis hermanos que se dirijan a Galilea, y allí me verán.”
Estoy agradecido por la muerte y resurrección de Jesús. Porque no murió un humano por mí, sino Dios mismo que se vistió de carne y huesos. Jesús que por haber sido humano y por haber sido tentado en todo nos comprende y nos auxilia. Él es el sacerdote bajo la orden de Melquisedec (un sacerdote a quien Abraham le diezmó y de quien sólo se menciona en la Biblia y no se conoce su principio y su fin), un sacerdote que dura para siempre e intercede en el cielo por nosotros.
Yo ya tengo mí después de Cristo y le animo a usted si aún no lo tiene a que hoy se arrepienta de sus pecados, se convierta en un discípulo de Jesús y viva para Dios. Nada en este mundo, se compara con su amor y misericordia. Y si ya tiene su después de Cristo, recuerde, agradezca y celebre que Jesús no está muerto, él vive para siempre.
Jesús no está muerto, Jesús no es un hecho histórico, Jesús sigue haciendo historia, Jesús sigue dividiendo historias. Permítale dividir la suya, arrepiéntase de sus pecados y ríndase a él.
Porque Jesús resucitó… ¡Alabado sea su nombre!
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