Quien nunca ha estado lejos de su país, desconoce la nostalgia y la tristeza que invade el corazón cuando se debe estar lejos por mucho tiempo. Se extraña el calor de la familia, el calor de su pueblo, la comida, las fiestas anuales y tanto más. Si algún amigo guatemalteco visita a quien está en el extranjero, seguro recibirá como regalo: frijoles Ducal, chucherías, Pollo Campero y hasta tamales.
Durante mi estancia en el Instituto Bíblico Christ For The Nations (Cristo para las Naciones) en Dallas, Texas (por cierto no conocí básicamente nada de la ciudad, sino el Instituto), la mayoría de internacionales teníamos una beca/trabajo. Pagábamos nuestros estudios a cambio de trabajar. Muy pocos internacionales de Latino América, estaban ahí sin beca.
Pero incluso los norteamericanos, que en ese tiempo (1994-1996) no todos disponían de Internet sino unos pocos y por medio de minutos gratis de navegación por medio de diskettes de la empresa AOL (America Online), esperaban las noticias de su hogar por medio de cartas.
Típico era que cuando terminábamos de estudiar al medio día, los que teníamos que trabajar temprano, como si fuéramos un perro al que recién liberan de estar amarrado, salíamos corriendo hacia la cafetería para ser los primeros en comer y poder luego ir a trabajar.
Unos no corrían a hacer cola para ingresar a la cafetería. Corrían para ver si les había llegado una carta de sus seres queridos. Cada cuarto del edificio en el que vivíamos los hombres solteros, tenían una cajilla con llave que estaba al lado de la cafetería, en donde el servicio postal colocaba nuestra correspondencia.
Cuando abrían la cajilla se veían dos reacciones. La frustración de no tener nada o la emoción de haber recibido algo de un ser querido. Estas personas no entraban a comer, sino que subían a su cuarto a leer la carta. Keneth – salvadoreño y quien fue mi compañero de cuarto por lo menos en dos semestres – si recibía correspondencia de su novia – quien ahora es su esposa – se iba al cuarto.
Cuando subía yo unos treinta minutos después de comer, lo encontraba sentado en un sillón reclinable que un amigo colombiano que se fue del Instituto regaló. Lo encontraba con sus lentes puestos, la carta en la mano y meditando sobre ella. Yo me cepillaba los dientes, me recostaba un rato para relajarme previo a salir al trabajo a la Biblioteca en donde conocí el poder de la lectura. Y durante ese tiempo, Keneth no sólo meditaba en la carta, la volvía a leer y seguía meditando en ella.
Su novia Etel, era la culpable que Keneth leyera las cartas varias veces y meditara en ellas hasta por más de treinta minutos. Este acontecimiento ocurrió tantas veces, que terminamos llamando a esas cartas: Las cartas Etelinas. No sólo se entusiasmaba con las cartas, las leía repetidamente y meditaba en distintas porciones de ella.
Esa es la actitud que el cristiano debe tener ante la Biblia. Diariamente correr a ella, no sólo leer una vez cada libro, meditar en él y aplicarlo a su vida. La Biblia es como la naturaleza de Jesús. Jesús encarnado fue 100% Dios y 100% hombre. Cien por ciento Dios porque el Espíritu Santo lo puso en el vientre de María y cien por ciento hombre porque nació de María.
De la misma manera vemos la Biblia. El mensaje se origina en Dios por lo que la Biblia es un libro 100% divino y a la vez, fue dada por medio de hombres en la historia por lo que es 100% humano. Como es de origen divino, se aplica a todo ser humano a través de todos los tiempos y en toda cultura. Como fue transmitida por medio de hombres inspirados por Dios, quiénes hablaron en un tiempo, en una cultura y en hebreo (Antiguo Testamento) y en griego Koiné (Nuevo Testamento), se hace necesario leer la Biblia primero en su contexto original, para luego aplicarla a nuestro contexto.
Nosotros tenemos en las cartas del Nuevo Testamento, como muchos lo han explicado, un lado de la conversación telefónica de las cartas de cada autor y debemos leer cada libro para reconstruir el ¿Por qué?, ¿A quiénes? El autor escribe lo que escribe cuando lo escribe. Y mucho de este se encuentra en la misma evidencia interna que el libro nos provee.
No basta con que conozcamos Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Y constantemente lo estemos citando ante todo desafío empresarial, económico o estudiantil. Necesitamos comprender ¿Quién lo dijo? Pablo, ¿Por qué lo dijo? Porque recibió de la iglesia de Filipos nuevamente una ofrenda para su ministerio y les está agradeciendo la misma y entonces antes dice lo siguiente:
“Me alegro muchísimo en el Señor de que al fin hayan vuelto a interesarse en mí. Claro está que tenían interés, sólo que no habían tenido la oportunidad de demostrarlo. 11 No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. 12 Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Filipenses 4:10-13 NVI
El Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, no significa que jamás voy a enfrentar escasez o que siempre estoy condenado a la escasez. Significa que en cualquier situación, en abundancia o en la escasez, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Usted no viene a Cristo para tener pisto (pisto: palabra guatemalteca para referirse al dinero). Usted viene a Cristo para tener vida. Podrá enfrentar la escasez, podrá disfrutar de la abundancia, pero en donde quiera que se encuentre en ese momento, usted lo puede en Cristo que lo fortalece, lo que le permitirá experimentar su satisfacción en cualquier situación en la que se encuentre. Cuando Cristo es su todo, no importa todo.
El desafío para usted hoy es:
- Lea las cartas del Nuevo Testamento en una sentada.
- Tome nota de la evidencia interna del libro (autor, destinatarios, propósito, dudas).
- Busque responder sobre cada pasaje ¿Por qué el autor dice lo que dice aquí?, ¿Cómo encaja esto en el contexto literario anterior y posterior?, ¿Cómo encaja esto en el contexto del Testamento que leo y de toda la Biblia?
- No basta conocer de memoria ciertos pasajes famosos de la Biblia, debemos saber ¿Qué habla el libro?, ¿Para quién lo habla?, ¿Cómo ese pasaje encaja en el contexto? Al leer la Biblia así, se dará cuenta que ya no podrá escuchar muchas predicaciones de forma tranquila, porque verá que muchas enseñanzas no son sino cita bíblicas, fuera de contexto.
Un desafío extra:
Lea el Nuevo Testamento en 130 días. Para ello debe leer dos capítulos cada día. Arranque con esto. O decida de una vez, qué libro va a leer de una sola sentada y ponga en práctica sobre lo que hoy hemos reflexionado.
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