Lo bueno del apagón de esta noche

octubre 11, 2009

Hoy domingo 11 de Octubre del 2,009 a las 18:05 p.m. se dio un apagón en el territorio nacional de Guatemala que duró en mi casa casi dos horas. Precisamente se dio mientras me estaba bañando después de haber almorzado con nuestro amigo Tico Luigi Castro quien dirigió la alabanza en los servicios, de visitar a mi suegra con el atol de elote (atole típico de Guatemala), de visitar luego a  mis papás y de pasar a Blockbuster por una película.

Sólo me quedaba quitarme el acondicionador del poco pelo que me va quedando cuando se fue la luz. Rápidamente logré quitarlo sin que empezara a fluir el agua fría ya que el calentador ya no funcionaba. Me cambié y como no había nada más que hacer, bajé a la sala y me puse a tocar el piano vertical acústico que tengo. No pasó ni un minuto cuando llegó mi vecino, Checha mi hermano menor. Segundos después mi cuñada Marcela.

Mientras tocaba platicamos un buen rato. Luego empecé a enviar mensajes de texto a algunos amigos animándoles a disfrutar del apagón. Un amigo respondió: «Estamos con unas candelas disfrutando de unos juegos de mesa», otra amiga respondió «Aquí estamos toda la familia en una cena romántica iluminados sólo por unas velas», otro nada inspirador me envío el siguiente mensaje “¿Qué habrá pasado?” como si yo trabajara en la empresa eléctrica o fuera amigo íntimo del Ministro de Energía y Minas, Carlos Meany.

Salimos con Checha a comprar comida. Ibamos a tres cuadras de mi casa cuando la energía eléctrica fue reestablecida. Pero ya estábamos decididos a ir por algo a un restaurante y continuamos nuestro recorrido. Después de una breve espera de 30 minutos en el autoservicio nos dieron nuestra comida. Pero durante esos 30 minutos reí lo que no reí en la última semana. Platicamos con otras personas que esperaban que abrieran el restaurante de nuevo, nos reímos con los agentes de seguridad mientras bromeábamos sobre las causas del mismo, uno de ellos en son de broma hasta mencionó que talvez  Portillo (un ex presidente de Guatemala) estaba detrás del apagón. Nos enteramos que los meseros y cocineros del restaurante durante las 2 horas de espera en lo que retornaba la energía eléctrica, salieron a jugar foot ball al parqueo del restaurante. ¡Qué cosas! Esto no pasa a diario, casi ni en un año.

Qué impresionante…. Vea todo lo que logró este apagón en nuestra nación. Familias enteras se reunieron probablemente por primera vez en un domingo por la noche a platicar. A recordar momentos alegres, a desempolvar los juegos de mesa, a volver a lo esencial y a lo más valioso. A valorar el tiempo en familia y con los amigos en lo más básico, el compartir la vida con los demás.

Yo acostado en el piso de mi sala con mi hermano, mi cuñada y luego mi esposa que llegó de la casa de mi suegra ya con mis hijos dormidos. De hecho, hace sólo 24 minutos mi hermano y mi cuñada se fueron a su casa. No habíamos tenido un domingo tan alegre con ellos como este ¡en todo el año! Y es más, en mucho tiempo…

Esto es lo bueno de las tinieblas en medio de un apagón. Como que nos obliga a enfocarnos en lo que realmente vale la pena. El compartir con otros esta breve, pero buena vida.

Porque ¿Qué es lo que un hijo recuerda como los mejores momentos de su vida? El tiempo que sus papás y hermanos pasaron con él en una viaje, en la visita a la casa de fulano de tal, en un tiempo compartido con un juego de mesa entre amigos. Tiempo, tiempo, tiempo. No presencia, presencia, presencia. Tiempo compartiendo papás con hijos.

¿Qué sería del evangelio si no existiera electricidad? Creo que saldría a luz la esencia del mismo. Nuestras voces en adoración con una guitarra acústica sonando detrás de las voces que a coro exaltan el nombre Dios. Alguien poniéndose de pie alrededor de una fogata y compartiendo lo que Dios hizo en su vida. Uno entre todos tomando la palabra y haciendo relevantes las historias bíblicas en el tiempo de hoy al compartir lo que Dios hizo en su vida. Todos compartiendo no caviar, pero si una comida donde lo más rico no es lo que se come sino lo que se comparte. Enfocados en adorar y hablar del Creador, en edificarnos unos a otros dejando a un lado la carne (los puestos, si el sonido de la iglesia suena bien, si el director lo hace bien, si quien predica me gusta o no) y enfocándonos en lo que realmente vale la pena. Vivir para Dios y para tratar al prójimo como a nosotros mismos.

Un apagón de vez en cuando creo que vale la pena. Sí y sólo sí, aprendemos de él y aunque los demás días del año tengamos energía eléctrica, nos enfocamos en compartir un buen tiempo en familia y entre amigos. Porque cuando un ser querido muere lo único que nos queda son los recuerdos. Que cada uno de ellos valga la pena.

Termino pensando en aquel pasaje en el libro de Salmos que dice: «Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!» Salmo 46:10 NVI

En este mundo ajetreado y lleno de sueños y responsabilidades diarias, cada semana sí que vale la pena quedarse quietos y meditar en lo que realmente importa, empezando por meditar en lo que es vivir y honrar a Dios nuestro Señor y a nuestro prójimo.

Que el próximo apagón no sea obligatorio, que sea por voluntad propia. Aunque tenga luz, déles un apagón a todos sus equipos electrónicos y aparte el tiempo necesario para su familia y para lo que realmente vale la pena.