El hogar es el refugio de los hijos. Es el lugar en donde encuentran el amor de Dios entre los padres – cuánto y cómo se aman los esposos, se respetan y se apoyan – en donde se encuentra el amor hacia los hijos – cuánto y cómo aman los padres incondicionalmente a sus hijos y por eso los instruyen en la vida comenzando por enseñarles Deuteronomio 6, que existe un solo Dios, el Dios de Israel y a quien hay que amar con todo lo que somos – y en donde se manifiesta el amor hacia el prójimo –, en el trato que los padres como anfitriones dan a los demás y hablan de ellos con un corazón perdonador y misericordioso en la mesa y en cada reunión.
Muchos jóvenes se casan apresuradamente y con la primera persona que les aparece – tomando así una decisión equivocada que tendrá consecuencias para toda la vida –, con el único propósito de salir huyendo de lo que debiera ser su refugio, el hogar. Las palabras de “Hogar dulce hogar” quedan como algo que existe en el mundo de las fantasías. Porque en la casa de estos jóvenes el hogar no es un refugio sino muchas veces una prisión de gritos, de odio, de vivir en el pasado, de crítica, de malos ejemplos, de falta de amor, todo lo que no es el plan de Dios.
Las palabras dichas a otros tienen poder. Si un desconocido le grita en la calle “Usted jamás va a lograr algo en la vida” podrá desconcertarlo, pero no atarlo ni sembrarle pensamientos de derrota. Pero cuando alguien que usted ama como su papá o su mamá y que enojados o fuera de control le dicen palabras de derrota pueden desmotivarlo, sobre todo mientras menos edad tenga mayor será la influencia. Ellos son mis líderes piensa el niño, saben más, es cierto, no lograré nada en la vida.
Este mes en que celebramos el día de la madre, recuerde el poder de sus palabras sobre la vida de sus hijos. Hay hijos a quienes nunca nadie ha felicitado, instruido, amado, animado o consolado. Mamás, ustedes tienen en su boca el poder para sembrar el Evangelio y pensamientos de vida en sus hijos. Cuando Jesús se transfiguró frente a Pedro, Jacobo y Juan Dios mismo habló y dijo en Mateo 17:5b “Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escúchenlo!”. No sólo hable bien de sus hijos, hable bien a sus hijos. ¡Feliz día de la madre!
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